El lavatorio de los pies, una lección de amor
El Jueves Santo, día del Amor Fraterno, la Iglesia recuerda el lavatorio de los pies, una escena impresionante que recoge tres gestos que son el amor, el servicio y el perdón. Cuando se lee la escena nos imaginamos a los apóstoles que se quedarían atónitos cuando Jesús se arrodilló y se puso a hacer este gesto que estaba reservado a los siervos.
En el lavatorio de los pies queda muy clara la misión de la Iglesia en el mundo: "servir". Nuestra misión es el servicio atravez del amor, que se puede manifestar de diferentes formas en nuestra vida, y una de ellas el servicio a los demás, especialmente a los más necesitados.
"Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?" Mateo 25, 31-46.
El lavatorio no solo se celebra el Jueves Santo sino que se recuerda en nuestro día a día, en el servicio a los demás.
En este tiempo de crisis de nuestro País lo estamos viendo; es como se actualizara. Hay tantos gestos anónimos y escondidos que reflejan ese amor y ese servicio; cuántos gestos de ayuda, de inclinarse por los demás, de entregarse de diversa maneras…El lavatorio de los pies de hoy se traduce en el servicio a los demás. El lavatorio de los pies, esa gran lección de servicio. «Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros» (Jn 13, 15)
Jesús demuestra que no vino a ser servido sino a servir, y lo hace con el ejemplo de su vida, que se convierte en testimonio de vida y modelo para todos los cristianos. Dios se pone al servicio del hombre. Y nos dijo cómo. Lo explicó de la mejor manera posible, con el ejemplo, con su muerte. El servicio es también inclinarse hacia el otro. Jesús no tuvo reparo en inclinarse a lavar los pies. Se agachó, se arrodilló y con humildad lavó los pies. El servicio requiere humildad y es también sacrificio. Servir no es fácil, eso lo sabemos y supone muchas renuncias, pero también muchas satisfacciones. Servir es estar disponible y acoger con gratitud y alegría los servicios que también otros hacen por nosotros. Es dar, pero es también recibir.
En el servicio nos volvemos pequeños, nos volvemos más pobres, más sencillos, más iguales. El servicio es salir de nosotros mismos; abandonar nuestro egoísmo, y dejar paso al prójimo; y como dice la canción: amar es entregarse, olvidándose de sí. El servicio es perdonar. Jesús lavó los pies a sus discípulos incluso al que sabía que lo iba a entregar, a Judas Iscariote.
¡Servir!, una palabra clave del Evangelio. Y en el Evangelio de la vida también tiene que serlo.